Capítulo III – Proyecto extracurricular
- historiasdelfenix
- 19 ene 2022
- 26 Min. de lectura
—Déjeme repasar los hechos por última vez —comenzó a decir el oficial observando sus anotaciones—. Usted y la señorita Fisher decidieron ignorar el anuncio del capitán y acudir a la presunta ayuda de sus compañeras Julia Suarez y Brenda Lagos. Se dirigieron al sector de la popa del barco en el tercer nivel, luego de no encontrarse con sus compañeras, salieron de la zona y tomaron el camino de vuelta por estribor. Allí fue donde las alcanzó la segunda ola y las arrojó al mar. Entonces, teniendo en cuenta que el cuerpo de Errol fue encontrado en la misma zona por las que ustedes circulaban buscando a sus compañeras, me asegura que nunca se lo encontraron. ¿Estoy en lo correcto?
—Así es. En ningún momento vi a nadie más aparte de nosotras.
—Está bien. Permítame volver a preguntar, ¿está totalmente segura? ¿No vio a Errol Locker por la zona de popa? ¿En ningún momento?
—No señor. Desearía haberlo hecho, quizás la historia podría haber sido distinta.
—¿Tampoco tiene idea de porque él pudo dirigirse hacia ese sector en particular?
—No, desconozco el motivo de porque él se encontraba por esa zona. Lo siento.
—Está bien. No es algo para disculparse —el oficial cerró su carpeta y se levantó de la mesa—. Muy bien, terminamos por hoy señorita Clark. Agradezco su cooperación e insisto, si recuerda algún detalle más que pueda brindar un aporte a la investigación, le dejo mi tarjeta para que se comunique conmigo.
—Lo haré. Muchas gracias.
—En fin, me toca entrevistar a su amiga Fisher. ¿Sabe dónde puedo hallarla?
—La última vez que la vi se quedó en los baños femeninos, ya sabe, para secar su pantalón.
—Entiendo. La buscaré. Que tenga un buen día.
—Igualmente, oficial.
Emma sintió un alivio enorme al terminar la entrevista y se permitió desahogarlo con un suspiro sostenido. Su mirada la llevó a sus amigas, Brenda y Julia arribaron a la mesa en cuanto el detective se marchó.
—Hola chicas.
—Hola, Emma, mi vida. ¿Cómo estás? —Julia fue la primera en saludarla y sentarse—. ¿Qué pasó?
—Nada grave, descuiden. Solo me hizo unas preguntas sobre lo sucedido en el crucero.
—Ese crucero parece no querer abandonarnos todavía —comentó Brenda, sentándose junto a Emma.
—Brenda, ¿a ti todavía no te interrogaron? —preguntó Emma.
—No, por suerte. Hablar con la policía siempre me dio un poco de miedo, aunque nunca hice nada ilegal. No sé porque —rio para ella misma.
—¿Podríamos hablar un segundo a solas? Me gustaría decirte algo —Emma se dirigió a Julia—. ¿No te molesta? Será solo un segundo.
—No, querida. Hablen lo que quieran. No me voy a poner celosa mientras no hablen de chicos, ahí sí, las mato.
—Lo prometo. Solo hablaremos de chicos contigo presente.
—¡Así me gusta! —Julia aplaudió y uso sus manos para alzarse de la mesa—. Bueno, hablen lo que quieran. Estaré… por ahí. Sola y triste.
Todas rieron.
—Es broma, grítenme cuando pueda volver. Que me aburro. ¿Tienes un cigarro, Emma?
—Sip.
—¡Genial! Las veo al rato.
—Gracias, Julia.
—¡Vamos apuren! —fue lo último que dijo Julia, dejando a ambas solas.
—Bueno. ¿Qué querías decirme?
Emma bajó su mirada por unos momentos.
—Necesito pedirte un… pequeño-gran favor.
—Claro, ¿de qué se trata?
—Bien. Solo lo diré y ya. Necesito que le mientas a la policía.
—¿Eh? ¿Qué? ¿Por qué?
—Bueno, lo que pasa es que tengo miedo de que la policía sospeche de mí. ¿Recuerdas la broma que le hicimos a Errol? Temo que si la policía se entere de que lo hicimos por una venganza puedan comenzar a investigarme, a mí y a Ada, y no quiero verme involucrada en nada como eso. Lo único que te pido, es que si te preguntan si conocías a Errol, le digas que no. Que evites mencionar todo lo que sucedió en su camarote. Eso me ayudaría mucho.
—Pero Emma… ¿Por qué crees que la policía te investigaría? Lo que hiciste fue solo una broma. Eso no tiene nada que ver con lo que le sucedió a él con aquella ola.
—Tanto Ada y Errol, como yo, estábamos muy cerca de la zona en la que el falleció. Podrían sospechar que nosotras tuvimos algo que ver… y la verdad, con todo lo que pasó en el crucero, cuando la ola nos lanzó hacia el mar, yo solo quiero —guardó silencio—, olvidarlo. Solo quiero dejar eso atrás. No quiero agentes persiguiéndome día y noche investigándome por un simple malentendido. Solo me gustaría, por una vez, no pensar en ello.
—Hay, cielo. Descuida. —Brenda se apiadó de la rubia y le demostró su afecto acariciándole la pierna—. Tranquila. Haré lo que pueda. Soy muy mala mintiendo, pero…
—Solo omite cierta información. No te pido más.
—Ok. Tranquila. Imagino que estás cansada de tanto tocar ese tema. Yo no seré una carga más para ti. Además, supongo que el karma se encargó de Errol, así que ahora solo dejemos las cosas, así como están.
—Yo… no sé qué decir. Gracias Brenda. Eres la mejor.
—Tranquila, bonita. Para eso están las amigas.
Emma sonrió y suspiró.
—No sabes el peso de encima que me estás sacando.
—Ay, amiga. Ven aquí —Brenda rodeó a Emma con sus brazos—. Puedes contar con Julia y conmigo para lo que sea. Lo sabes, ¿no?
Emma también la abrazó.
—Son las dos mejores personas que conocí en este viaje.
—¡Hey! ¡Hey! ¡Hey! —Julia se acercó hasta ambas y las abrazó por detrás—. Les dije que me pondría celosa si hablaban de chicos, pero también me pondré celosa si empiezan a besarse sin mí.
—Sin ti, jamás, bombona —respondió Emma giñando un ojo.
—Epa, ahora veo porque tienes loco a Leonard, con esa mirada que me echaste te como toda, chiquita.
—Hey, hablando de romeo. ¿Dónde está que no lo veo? —preguntó Brenda.
Las tres continuaron abrazadas.
—Nos mensajeamos hace un rato. Sus cursos son más largos, termina alrededor de las 3 o 4 de la tarde. ¡F!
—¡Súper F! —espetó Julia, quien vivaz en el lenguaje moderno juvenil, tanto ella como sus amigas sabían que su significado derivaba de un juego popular de disparos en dónde se debía de presionar el botón «F» para presentar respetos a un soldado caído, y ahora llevado a la modernidad, se solía estilar decir «F» cuando algo no salía como lo esperabas—. Y yo que me quejo de que salgo al mediodía.
—¿Te verás con él más tarde? —continuó indagando Brenda.
—Quizás mañana, hoy estoy muerta. Mis piernas quieren llegar a casa y morir en mi futón.
—Hey, Emma. ¿Podemos ir a tu departamento a estudiar algún día? Amo estar ahí. No sé cómo haces para no quedarte encerrada todo el día. ¡Es hermoso!
—Bueno, ¿y que nos impide ir ahora?
—¿De verdad? ¿Podemos?
—Claro, bebe.
—¡Yeah! ¡Vamos allá!
—Julia, siéntate. Vamos a comer algo primero.
—Uy, sí. Mala mía.
*****
Las patas de madera de pino de una antigua, pero muy resistente silla rechinó al desplazarse cuando Ada tomó asiento. Sus hombros sintieron después de tanto tiempo un ápice de alivio cuando pudo despojarse del peso de su mochila, y a pesar de saber que podía depositarla en la mesa frente a ella, decidió que sería mucho más terapéutico lanzarla a cualquier parte del comedor.
Su hermano también estaba allí, y su mirada, oscilando entre el despreocupado rostro de su hermana y la dirección a dónde había ido a parar la mochila, evidenciaban una clara molestia por su parte.
—Vas a juntar eso, ¿no?
—¡Uy! ¿Te molesta mi enorme desorden? —Ada subió las piernas a la mesa—. Te recuerdo que limpie ese cuarto mugroso que tenías yo sola. Esto es solo una mochila. Además, ¿tú no tiras tus cosas cuando vuelves de trabajar?
—Claro que no.
—Deberías. Te sentirás genial.
—No cuando mi laptop se parta en dos.
—No tires la laptop, animal. ¡Bah! Para que me gasto, no lo harás de todas formas. Tú te lo pierdes.
—Da igual —Teo comenzó una actividad de zapping con su televisor—. ¿Cómo te fue con el policía?
—Bien, por suerte pude evitar que hable antes con la rubia. Si ella no habló de más, tenemos todo cubierto de momento.
—Sabes, yo no me meto en tu vida, hermanita. Pero deberías ser franca con la policía.
—No me gusta cuando la gente usa el «deberías» en sus frases. Yo sé exactamente que tengo que hacer, ¿sí? —le guiñó el ojo—. Gracias.
Teodoro alzó las palmas en señal de paz.
—Solo decía. Mientras no me traigas problemas a la casa, me da igual. ¿Conseguiste trabajo?
—Todavía no tuve la oportunidad, lo siento, conseguiré algo lo más pronto posible.
—¿Escuchaste hablar del programa de trabajo universitario de Vanlongward?
—Si, ¿pero es bueno? ¿Pagan bien?
—Pagan, punto.
—Bueno, no pierdo nada con intentarlo.
—Si lo haces me aseguraré que estés primera en las listas. Puedo hablar con Anderson.
—No hace falta. Odio el camino fácil, lo sabes, y dudo que Anderson te haga caso.
—Si, lo sé. Solo decía… no te vendría mal una mano económica.
—¡Ay! ¿Es que quieres que me vaya? ¿No soportas más a tu querida hermanita?
Teodoro se tentó.
—¿Tengo que contestar?
—Eso me ofende, ¿sabes?
El ambiente en el hogar de los Fisher era muy acogedor, Ada disfrutaba de las platicas con su hermano, aunque de vez en cuando devenían pequeñas discusiones que radicaban en cosas tan tribales como: decidir que película mirar. Aunque similares en rasgos físicos y en sangre, resultaban muy dispares cuando se trataba de elegir el entretenimiento de la noche. A menudo las disputas se resolvían con el mítico piedra, papel o tijeras, pero a pesar de que Ada solía ganar casi todos los encuentros, en esta ocasión Teodoro fue el vencedor.
Definitivamente las películas de Ciencia Ficción provocaban en la peli negra una somnolencia casi automática. ¿Por qué una persona adulta elegiría ver una película de superhéroes que ya había visto más de tres veces? Eran preguntas sin respuestas para ella. Se dice que la tercera es la vencida, pero ¿cuatro? Es exagerar.
Lo más sobrenatural que Ada había visto en su vida era Harry Potter, y solo porque una persona especial para ella la obligó a devorarse todas sus películas en poco más de tres días cuando eran unas crías.
Apenas habían pasado treinta minutos de aquella película tan taquillera, tan rotundamente famosa y tan pero tan aburrida, que Ada decidió rendirse y marchar a su habitación. A sus ojos no le hacían falta seguir mirando algo cuyo resultado era obvio.
—¿Ya te vas? Ahora empieza lo bueno —comentó Teodoro observando a su hermana con un ojo, mientras se deleitaba con los efectos visuales del CGI con el otro—. ¡Viajes en el tiempo!
—Adivinaré: el malo pierde, los buenos ganan, y si alguien muere estoy en un doscientos porciento segura que dirá una frase cool para que todos lo recuerden como el grandioso héroe que es —dijo mientras estiraba sus brazos al cielo—. Ah, y me imagino que sabes que la quántica no funciona así, ni de cerca.
—¡Vamos! No seas aburrida. Es ficción por algo.
—Prefiero la aburrida realidad, lo siento. Nos vemos mañana, bro.
—Tú te lo pierdes. Que descanses.
Ada marchó a su habitación, no sin antes recoger su enorme desorden llamado: mochila, del suelo. Brincó a la cama, tumbándose boca arriba, y como cualquier chica adolescente con tiempo de sobra y una noche que recién iniciaba, decidió divagar por los confines de su Tablet.
Por suerte había podido recuperar todos los números de teléfono, fotos y archivos importantes que tenía en su celular y pasarlos a su tableta. Observó el cadáver de su celular, lo que antes era su mejor herramienta de trabajo, allí, abandonado en su mesa de noche, esperando que Ada se dignara en conseguir dinero necesario para repararlo. Ya lo haría, algún día, quizás.
De momento tenía cosas que investigar antes de ponerse a leer los contenidos de las materias que había tenido en su primer día. Podría adelantar algunas tareas por la noche, después de todo, dormir no era su fuerte, y perder el tiempo, mucho menos. Buscó entre sus contactos el número de una persona que quería llamar hace tiempo, ya habían pasado tres días seguidos y no tenía noticias sobre su procedencia. Lo cual era raro, porque desde que sus vidas se habían cruzado, tanto por mensajes, como por redes sociales, siempre habían mantenido un buen nivel de contacto.
Llamó y esperó.
—¿Hola?
—¡Hey! —Sonrió—. ¿Cómo estás?
—¡Hey! Muy bien —contestó Bárbara, una chica que Ada había tenido la suerte de conocer en el crucero, y cuya confianza había aumentado tras ese beso de despedida en el arribo a la isla—. Extrañaba tu voz. No me esperaba esta llamada.
—Lo sé, me aburrí de los mensajes. ¿Estás ocupada?
—Un poco, pero puedo hacerme un espacio para ti.
—Tranquila, no quiero robarte mucho tiempo. Sé que tienes que atender el bar, solo quería preguntarte sobre lo que hablamos la última vez. ¿Te acuerdas?
—Si, por supuesto. Pero te tengo malas noticias…
—¿Qué pasó?
—No pude averiguar nada. Quise reunirme con el capitán para poder preguntarle eso, pero es imposible. Él no quiere ver a nadie. El incidente de la tormenta lo perjudicó bastante y parece que perderá el mando del Novacai.
—Mierda. ¿No hay nada que puedas hacer? Solo es una simple pregunta.
—Lo intenté todo, créeme. Ni siquiera su hijo aparece por aquí, desde el incidente no salió de su camarote. Así que, de momento, no pude conseguir la información que me pediste. Lo siento.
—No te preocupes, dulzura. Ya se me ocurrirá algo. En algún momento tiene que salir, ¿no?
—Aunque, no todas son malas noticias. Tengo otro dato que puede que te interese.
—Ah, ¿sí?
—Veras, con esta nueva resolución de cambio de capitanes. El crucero volverá a Blau los últimos días de este mes. El capitán actual tiene una residencia en la isla, así que podrías visitarlo tu misma, como toda una periodista profesional. Averiguarías lo que quieres y cuando termines… podríamos vernos.
Ada rotó de posición, ahora colocándose boca abajo. Sonrió.
—Vaya. No es mala idea. Me gusta, de hecho. ¿Cuánto tiempo te quedarás?
—El crucero permanecerá en Blau dos días, partiremos por la madrugada del lunes.
—Así que tenemos un fin de semana para nosotras. ¿Conoces algún lugar interesante para ir?
—Conozco varios, pero el que más me gusta… ¡Hey! ¡Su! Cuidado con esos platos, por favor.
Ada se tentó.
—Lo siento, lo siento. Te decía que me gusta la playa. Podríamos pasar una tarde allí, claro, si quieres.
—Like a esa idea. Me encanta.
*****
¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!
—Muy bien, chicos y chicas —dijo el profesor, tomando asiento en su escritorio para preparar su próximo turno—. Tengan presente los textos de Cibercultura e hipermediaciones para la próxima clase. Realizar los trabajos a tiempo les permitirá abordar el primer parcial con más eficacia. Quedan tres semanas así que no se descuiden. Fisher, excelentes respuestas. Morales, la próxima vez te quitaré el celular. ¿Quién fue el que llegó tarde hoy? ¿Bequer Mikael? Por ser el segundo día te lo dejaré pasar, la próxima tendré que ponerte una falta. Que no se repita.
Emma se encontraba absorta en una tarea de copiado exprés de los últimos contenidos explicados por su profesor; pero al escuchar a Mikael su sorpresa fue expresada de manera muy notoria.
—¿Mikael? —dijo ella despegando sus ojos de sus anotaciones para observar al muchacho.
El joven desvió su trayectoria hacia la salida para abordar a la rubia.
—Hola, Emma. ¿Cómo estás?
La muchacha parpadeó con premura todavía sin creérselo.
—¡Bien! Pero, ¿tú también estudias aquí? ¡No te vi ayer!
Mikael esbozó la mueca de una sonrisa.
—Si, yo tampoco sabía que estudiábamos lo mismo hasta que te vi ayer.
—¿Por qué no viniste a saludarme? —Emma terminó de guardar sus cosas en la mochila y se colocó de pie. Vio a Ada pasar a su lado, pero no le dio importancia—. ¡Ahora me siento ofendida!
—No quería molestar. ¿Cómo llevas los primeros días?
—Es genial. Extrañaba mucho el ambiente universitario. Me encantan los profesores y todos los temas. Me alegro haber elegido esta carrera.
—Eso muy bueno, yo sigo un poco perdido, pero, en fin —Mikael y ella comenzaron a caminar por los pasillos—. ¿Sabes algo de Leonard?
—¿Yo? Pensé que tú eras su amigo.
—No lo veo hace días. Sus horarios son muy extensos y aunque no lo parezca, al cerebrito no le gusta despegarse de los libros.
—Ya lo creo. También se me dificulta encontrarme con él, pero habíamos concretado hacer algo hoy por la tarde. ¿Quieres venir? Tomaremos algo por el campus.
(Modificar esta charla, Emma le puede decir a mikael que podrían verse en estos días, junto con Leonard y el acepta).
—No quiero molestar, salgan tranquilos.
—¡Hey! No molestas, tonto. Vamos, insisto. Seguramente Brenda y Julia también vengan.
—¿Segura?
—Claro que sí. —Emma comenzó a sentir una vibración punzante en su pantalón—. Perdón, tengo que contestar.
—Adelante.
—¿Hola? Si, soy yo. Si, exacto. ¿De verdad? ¿Tan pronto? ¡Claro! No, no tengo nada importante ahora. ¡Muy bien! Ahí estaré. ¡Gracias!
Luego de despedirse de Mikael, Emma se dirigió a toda prisa hacia el aro central de la universidad. El edificio se erguía con inmensidad frente a ella, perderse en su estructura cilíndrica espejada era algo que todavía tenía la tendencia de hacer cada vez que se paseaba por el campus.
Cruzó la puerta principal y abordó al sector de trabajos universitarios. Emma sentía una mezcla de emociones positivas muy agradable mientras esperaba sentada en una banca en medio del pasillo; desde que se había inscripto, había pensado que tardarían días, semanas, o incluso meses en llamarla por un aviso de trabajo, lo que nunca se imaginó, ni en un millón de años, es que tardaría mucho menos de 24 horas.
Se sentía con mucha suerte, y su espíritu, totalmente vigorizado, era manifestado por todo su cuerpo mientras sus auriculares sonaban con una música rock alegre, con una melodía de aquellas que aceleran el pulso y que obligan al cuerpo a moverse en sus compases, no bastaba sacudir sus pies, sus dedos tamborileando la mochila en su regazo eran estrictamente necesarios para disfrutar la melodía todavía más.
Sus ojos, los cuales se vieron tentados a cerrarse para disfrutar del solo de la canción, volvieron a abrirse solo para que su cuerpo reaccionara ante la sorpresa.
Había alguien más allí con ella. Emma expandió una sonrisa luego de que su susto se desvaneció al segundo siguiente.
—¡Hola! —Emma tuvo que quitarse los auriculares, aunque la melodía iba en la mejor parte—. ¿Cómo estás?
—¡Hola! ¡Tus ojos son hermosos! —dijo una niña.
La muchachita se encontraba muy divertida con la situación, tenía una sonrisa que no escatimaba en demostrar a la rubia; su cabello presentando una sutil tonalidad ocre oscuro, era lacio y peinado de forma muy adorable hacia un lado, a Emma le agradó que también tuviese un asomo de pecas en su diminuta nariz, y su expresión alegre la embriagó de ternura. A su vez, Emma se tentó a observar hacia los lados, ver a una niña que rondaba los trece años de edad tan solitaria por una universidad era algo que definitivamente le hizo ruido.
—¿Estás sola?
—No, pero estoy aburrida. Espero a que mi papá salga de una junta, pero ya se está tardando mucho.
—Bueno, si quieres podemos esperar juntas. ¿Cómo te llamas?
—Emili, pero en redes me dicen Mili.
—¡Vaya! ¿En las redes? ¿Eres una influencer o algo así?
—¡Diste en el clavo!
—¡Increíble! —Emma desvió su mirada hacia las manos de Mili—. ¿Estas escondiendo algo ahí?
La niña sonrió con picardía y mostró una baraja de cartas.
—Tengo que confesarte algo, Emma. ¡Soy una maga! Bueno, estoy practicando para serlo e impresionar a mis seguidores.
—Yo creo que voy a morir de amor en cualquier momento contigo. ¡Eres adorable! ¿Así que una maga?
—¡Claro! ¿Quieres ver un truco de magia?
—Me encantaría.
—¡Si! ¡Pero no te asustes! ¡Soy muy buena!
—Lo intentaré, pero no prometo nada.
Ambas rieron y la chica comenzó a mezclar el mazo. Luego de un breve lapso de tiempo, la niña abrió el mazo y le ofreció a Emma sacar una carta de todas ellas. Emma, divertida con la situación, escogió una carta: J de corazones. La devolvió al maso y la chica volvió a mezclarlas.
—Muy bien, ahora te voy a pedir que… ¡oh, no!
En un mal movimiento, todas las cartas cayeron al suelo, Emma se apresuró a tomarlas, juntó algunas en su mano, y cuando se la devolvió a su dueña, ella mostrando una sonrisa confianzuda, ya tenía una de las cartas pegadas en la frente: J de corazones.
—¡Que! ¿Cuándo? ¡No puede ser! ¡Eres increíble! ¡Esa es mi carta! —Emma no podía contener su asombro, y no era para menos—. Necesito saber cómo lo hiciste.
—¡Lo siento! Una buena maga jamás revela sus trucos —la niña volvió a mezclar las cartas—. ¿Te ha gustado?
—¡Eres fenomenal!
—¡Gracias! Estuve practicando este truco todo el día, ahora solo tengo que grabarme y subirlo a mi canal.
—¿Tienes un canal?
—Tengo todas las redes —respondió la chica, inflando el pecho de orgullo propio—. Hace muy poco llegué a los setecientos mil seguidores.
Emma parpadeó a la velocidad de la luz.
—¡¿Tantos?! ¡Increíble!
—¡Lo se!
La rubia se tomó un tiempo para pensar. Miró la baraja y una idea fugaz y loca se cruzó por su cabeza. ¿Por qué no?
—Mili, ¿Te gustaría ver un truco de magia?
—¿También sabes magia?
—Un poco, quizás. —Ahora fue Emma quien sonrió con picardía.
—¡Si, quiero! ¡Toma!
—No hace falta, te dejo que tu mezcles las cartas.
—¿Eh? ¿Pero cómo harás el truco sin tocar las cartas?
—Magia.
Sorprendida, pero muy intrigada por esas palabras, Mili comenzó a mezclar las cartas.
—¿Estás segura que sabes lo que haces? —volvió a preguntar la chica.
—Tranquila.
—Bien, listo. ¿Ahora qué? ¿Levanto una carta?
—Puedes levantar la carta que tú quieras —Emma enfocó su mirada en la pila de cartas, mientras, en ese segundo, el turquesa de su ojo izquierdo resplandeció mostrándole el futuro—. Levanta una carta, esa será el 4 de picas.
—¿Qué? ¿Así como así? —Mili obedeció y alzó una carta al azar—. ¿¡Como!? ¡Es cuatro de picas! ¿Cómo lo hiciste sin tocar las cartas?
—Levanta otra, intenta que no sea un 7 de corazones.
La chica volvió a levantar otra carta.
—¡Ay! ¡No puede ser! ¡Siete de corazón! —la niña no podía permanecer con la boca cerrada por más de un segundo, su asombro se vio reflejado en el destello de sus ojos—. ¿y si mezclo más?
—As de diamante.
Y como Emma vaticinó, la niña volvió a sacar la carta mencionada.
—¡No puede ser! —Mili volvió a mezclar una vez más—. A ver. ¿Qué carta será ahora?
Emma vió el futuro una vez más. Al parecer presenciar pequeños lapsos de tiempo no le resultaba tan difícil, y con la práctica que había tenido en la competencia por la beca honorífica, se había acostumbrado a hacerlo rápido.
—Será siete de picas.
La niña tocó una carta, pero antes de sacarla, volvió a mezclar la baraja con mucho ímpetu, y luego de unos segundos, sacó una carta.
—Oh… 4 de corazón. Parece que te equivocaste.
Emma arrugó el rostro. ¿Qué había pasado? Se supone que la carta sería un siete de picas. Ella había visto eso. Estaba segura. Agitó la cabeza.
—Lo siento, esta vez no salió. Que raro…
—¡Aun así fue impresionante!
—¿Podemos probar otra vez? —preguntó Emma.
—¡Claro! ¿Cuál carta será esta vez?
Emma echó un nuevo vistazo al futuro: en las imágenes que su ojo izquierdo le mostraban, Mili sacaría una carta sin mezclar el mazo que sería K de diamante.
—Elige una carta cualquiera sin volver a mezclar.
—Ok. Listo.
—¿Es un K de diamante?
—¡Si! ¡Es un K! ¡Fantástico! —espetó Mili.
—Interesante… —susurró Emma para sí misma.
—¿Cómo lo haces? ¡Tienes que enseñarme!
—Bueno. Un buen mago nunca revela sus trucos, ¿o sí? —guiñó el ojo.
—¡Quiero ser una maga tan buena como tú! ¡Ni siquiera tocaste el mazo! ¡Y este truco es algo imposible! Aunque te equivocaste una vez, pero no importa. ¡Tendrías millones se seguidores si muestras esto en redes!
—Gracias, pero tu ya eres muy buena maga, y adoraría enseñarte, pero este truco solo lo puedo hacer yo… y prefiero mantenerme en el anonimato, por ahora.
—¿Entonces es como magia de verdad? ¿De verdad?
—Supongo que —Emma alzó la mirada con un deje de nostalgia—, podría decirse que es magia real. Ni yo sabría explicarlo, pero… ¡espero que te haya gustado la función!
—¡Me encantó! Vine para sorprenderte... y fuiste tú la que me sorprendió. ¡Me alegra haberte hablado! ¿Qué carta sacaré ahora?
Emma sonrió ante la ironía cuando volvió a observar al futuro en ese instante.
—J de corazón.
—¡Ahhh! ¡¡Increíble!! ¿Puedo grabarte? —La chica no pudo evitar estar un segundo más sin su celular, dejó las cartas y comenzó a abrir sus redes—. ¡Quiero que todos mis fans te conozcan!
—Bien, pero respecto al truco que acabo de hacer… —Emma susurró—. Que sea nuestro secreto, ¿sí? ¿Me lo prometes?
—¡Si! ¡Si! ¡Si! Será nuestro secreto. Promesa. ¿Me enseñarás el truco de nuevo algún día?
—Te lo enseñaré, pero hay que ser discretas. Las personas «normales» no se pueden enterar de nuestra magia.
—¡Dalo por hecho! ¡No contaré nada! Me dieron ganas de hacerte un poco de publicidad, ¿me dices tu Instagram?
—EmmaClark_like
—¿Like?
—Ya había una EmmaClark, y una EmmaClarkOk, y una EmmaClarkClark, así que solo se me ocurrió… like. ¿Es muy tonto?
—¡Es lindo! ¿Uh…? ¿Siete seguidores?
—Si, cree esta cuenta hace muy poco —se ruborizó la rubia.
—¡Bueno! Eso cambiará ahora mismo —la niña encendió la cámara, estiró el brazo, y asegurándose de enfocarse en su mejor perfil, comenzó un directo hacia sus seguidores—. ¡Hola! ¡Hola! ¡Hola! ¡Bellas y hermosas personitas! Aquí: ¡Mili Bacon, lista para la acción!
«¿Bacon…?».
—Hoy estaba dando un paseo por los predios de la universidad de papá, buscando a mi nueva víctima para practicar un nuevo truco de magia que más tarde enseñaré en mi canal de «YT», entonces, veo a una chica sentada sola y dije: ¡Ella será! Me acerco y mi sorpresa cuando no me reconoce es como: ¡Si, es perfecta! Todo salió muy bien, el truco fue ejecutado a la perfección, ella se sorprendió, yo me reí, y todos contentos. Pero… pasó algo más. Algo que me sorprendió mucho, y es que: ¡Estoy ante una chica muy especial! ¡También sabe trucos de magia! Y me ha terminado sorprendiendo ella a mí, se las presento, ella es Emma Clark.
La cámara enfocó a Emma, quien al ver el grueso número de personas que estaban viendo el video ahora mismo se vio automáticamente invadida por los nervios. Sonrió con timidez y saludó.
—¡Hey!
—¡Personitas, háganle un favor a mi hermosa nueva amiga Emma! Su cuenta es EmmaClark_Like, síganla, denle todo el amor que se merece —la chica se giró un segundo y le regaló un guiño a la rubia—. ¡Emma vamos a conocerte un poco! ¿Te molesta que te haga algunas preguntas?
—Me molestaría que no lo hicieras.
—¡Amo tu actitud! Bueno, supongo que eres estudiante aquí. ¿Qué carrera haces?
—Periodismo. Me gusta la escritura.
—¡Ohh! ¡Una futura periodista! ¡Es fantástico! ¿Tienes novio… o novia? ¿O… pareja? Vamos a dejarlo en pareja.
—Bueno… —la mente de la rubia se trasladó hacia Leonard—. De momento no… pero hay algo, quizás.
—¡Ya está! ¡Es soltera! —Mili comenzó a observar los comentarios que le dejaban en medio del directo—. ¡Oh! Dicen que eres hermosa, ya tenemos varios que quieren invitarte a tomar algo… y creo que no es café. ¡No sean groseros!
Emma se tentó.
—A ver que dicen mis seguidores. Peter_P dice: ¡Guau! Es hermosa, quiero lanzarme al vacío por ella. Uy, que poético, Peter… o perturbador —pasó a otro comentario—. MaryW_ok te dice: ¡Amo tus ojos! ¡Son hermosos! ¿Son lentes de contacto o naturales? ¡No puedo notarlo!
—Son lentes de contacto…
—¡Hey seguidores! Si este video llega a muchas reproducciones me compraré lentes de contacto como los de Emma, ¿y quién sabe? ¡Quizás sean tendencia! —Mili sonrió para Emma y continuó con los comentarios—. SoyHarryO dice: ¡Ya tienes un nuevo seguidor, Emma! ¡Espero cruzarte algún día por los pasillos del anillo tres! Que lindo. Muchas gracias, Harry.
En ese momento, Mili comenzó a notar algo en los comentarios de sus seguidores que la dejó anonadada.
—¿Qué me cuentan? ¡¿Qué me cuentan?! ¿De verdad? —Mili volvió a observar a Emma con asombro—. ¿Eres la ganadora de la beca honorífica?
—Oh, si —sonrió.
—¿Y también me dicen que estuviste en el accidente del crucero? ¡¿En serio?!
—Ajá… —Emma comenzó a sentirse incómoda, ¿cómo era posible que la gente supiera tanto de ella? Las redes realmente daban miedo.
—¡Estás, pero llena de sorpresas! Se que tú eres la periodista, pero me gustaría hacerte una entrevista rápida. ¿Sabes algo del pobre chico que falleció en el crucero? ¿Errol Locker? ¿Pudiste verlo? Se dice que hay un video de él eyectando, no voy a decir que, hacia el cielo como si fuese un volcán. Lo cual es horrible. Estoy en contra del Bullying, y si tienes alguna información de quienes pudieron hacer semejante barbaridad, sería muy bueno que pudieras compartirla con nosotros, y con la justicia claro. Porque yo tengo mi teoría, ¿sabes? Ese video es una muestra clara de que alguien tenía algo contra ese pobre chico, y lo que sucedió después… ¡Fue trágico! ¡Espantoso! Toda una película de terror. Se cobraron la vida ese pobre chico solo porque… no lo sé, ¿envidia? Después de todo era hijo de los famosos Locker, la familia más influyente de la isla Blau. QEPD.
Emma quedó en silencio, procesando todo lo que había escuchado.
—Entonces, Emma. ¿Sabes algo?
—Bueno, s-i… ¡No! —Emma comenzó a titubear, acomodó su cabello detrás de su oreja con nervios y observó a la cámara del celular de reojo—. Lo siento, no sé nada, este es un tema muy delicado para ir hablándolo en medio de un directo… y prefiero no recordar esos momentos.
—¡Ay! ¡Si, me imagino! Debe ser terrible. Lo siento, soy una entrometida… no quería incomodarte.
—¡Emili! ¿Qué haces ahí? ¿Qué te dije de ir grabando a las personas? ¡Vámonos!
—¡Voy papá! Lo siento, personitas lindas. ¡Ya me voy! ¡Recuerden hoy a las nueve, nuevo video de Magia con Mili! ¡No se lo pierdan! ¡Besos! —la chica apagó su celular y comenzó a alejarse del pasillo—. ¡Gracias Emma! ¡La pasé genial! ¡Eres un amor!
—¡Bye!
—¡Te escribiré!
—Ok…
Emma siguió con la mirada a Mili, al final, resultó que era hija del director de la universidad, Benjamín Bacon. Ambos se alejaron por el pasillo hacia la salida de la universidad. Suspiró y dejó apoyar su mentón entre sus manos. Al parecer Julia tenía razón, ese maldito crucero y todo lo relacionado a Errol seguía ahí, como un fantasma, asechándola. Después de esto, sintió un ligero alivio al haberle mentido a la policía.
«Ada tenía razón, después de todo».
Luego de unos momentos, una de las puertas en el pasillo se abrió, invitándola a pasar para su entrevista de trabajo. Emma ingresó al despacho para encontrarse con alguien a quien no había visto desde la final de la competencia por la beca honorífica. El rector Ángel Anderson.
—Señorita Clark, disculpe la demora, tome asiento por favor.
—Buenas tardes, Rector Anderson. No esperaba verlo aquí.
—¿Y dónde esperaba verme?
—No lo sé, en el edificio de periodismo, quizás. Solo fue un decir.
—Mi trabajo como rector es muy amplio. También soy encargado de seleccionar los trabajos universitarios a alumnos que lo necesitan. Estuve viendo su formulario, y creo haber encontrado un trabajo idóneo y digno para la becada de honor.
—Me sorprende que hayan encontrado un trabajo tan rápido. Este sistema es increíble.
—Oh, descuide, por lo general esto lleva su tiempo. Pero la universidad no puede tener a su becada sin trabajo, digamos que aquí, ser estudioso tiene sus beneficios. Siempre estará primera en la lista de búsqueda de trabajos.
—Eso… es cool.
—Si, lo es. Vayamos al grano, señorita Clark. En el formulario rellenó que sus intereses son la escritura, ¿estoy en lo correcto?
—Si… eso lo puse en hobbies.
—Está bien. Recientemente nos ha llegado un trabajo que podría interesarle. Se trata de una chica en ciudad universitaria que pagará por servicios de escritura para sus novelas. ¿Se ve capacitada para escribir novelas literarias?
—Si, sería genial. De hecho, es perfecto.
—Me alegra que el puesto le agrade. Será durante el turno de la tarde, para no interferir con sus horarios académicos, de cuatro a cinco horas aproximadamente. Eso lo determina la empleadora. Su nombre es Macarena Baute, de veintitrés años de edad, es una persona no vidente que durante un tiempo estudió en esta universidad, pero abandonó el año pasado para dedicarse a sus gustos personales. Lo que considero algo muy acertado. Todos deberían seguir sus sueños. En fin, el trabajo será redactar todo lo que ella desee escribir. Usted la ayudará con eso. Su padre trabaja en Vanlongward como miembro de la seguridad del campus, así que él pagará sus honorarios. ¿Todavía le interesa el puesto?
—Por supuesto.
—Muy bien, repasemos los honorarios…
*****
Frio no... asquerosamente frío. Así estaba su café, cuando en una mueca de asco al haberlo probado, decidió desecharlo en el cesto. Aburrida y pesimista eran las dos palabras que más la describirían ahora mismo. Ni siquiera escuchar la música vieja de su hermano en «la cosita» podrían subirle los ánimos. Ya había pasado toda la tarde esperando que alguien se contactara con ella, pero hasta el momento, solo cinco personas habían arribado al aula, y tres de ellas por error; aunque, las únicas dos personas que, si habían llegado por los avisos que Ada había colocado a lo largo y ancho de toda la universidad, se marcharon sin dudarlo cuando se enteraron de que este «trabajo» no ofrecía paga alguna.
Sus zapatillas empujaron el borde más alto del escritorio con la fuerza necesaria para que la silla en la que ella estaba, se inclinara un poco hacia atrás. Al menos hacer equilibrio un rato era una buena manera de pasar el tiempo, y a veces, redoblaba la apuesta y lograba mantenerse suspendida desde una sola pata, pero solo durante unos breves segundos.
Miró la hora y dejó caer su cabeza hacia atrás, rendida. Ya estaba cansada de esperar, y su mente comenzó a hacerse a la idea de que, o se rendía en la búsqueda de un ayudante, o modificaba los carteles que había hecho y comenzaba a ofrecer un pago, así sea mínimo, a quien la ayudase. Lo meditó mientras desplazaba su melena corta hacia un lado y hacia el otro. «¡Jamás!». Primero, preferiría hacer todo sola.
Toc-toc.
Ada escuchó el golpeteó de la puerta, y con una pereza evidente, no se dignó en modificar su postura. Era seguro que alguien más se había equivocado. Volvió a intentar suspenderse en una pata de la silla y contestó.
—No es remunerado, te aviso —dijo sin siquiera observar a quien había golpeado la puerta.
—Lo sé, bueno, me lo imaginé ya que no dice nada en el panfleto. Aun así… ¿está disponible el puesto?
Ahora sí, Ada volvió las patas de la silla a su lugar con curiosidad.
—¡Claro! Adelante.
Frente a ella se sentó una persona que Ada, aunque no lo conocía, sospechaba que ya se habían visto con anterioridad, pero sin recordar bien en dónde. El joven frente a ella podría tener unos cuantos kilos de más en su sistema, pero había algo en su aura, en su actitud, que rompía con el esquema de un «chico gordito-introvertido», tenía una mirada segura, miedosa también, pero segura de alguna manera.
—¿Yo te conozco? —preguntó Ada, mientras se estiraba un poco para descontracturar.
—No en realidad, pero ambos fuimos semifinalistas para la beca honorífica. Soy Ulises Rojas, ¿me recuerdas?
—¡Puta madre! ¡Claro! —Ada golpeó la mesa, vigorosa—. Si, te recuerdo. Eres un puto genio, amigo. ¡Me encantó lo que hiciste en la primera pregunta de Sabagh! Nadie en el escenario lo entendió. Fue genial.
—¡Gracias! Tenía miedo de que el profesor no lo comprendiera.
—¡Nah! Él lo captó a la perfección, lo hiciste muy bien.
—Tú también eres muy lista. Es una pena que no hayas ganado…
Ada hizo una mueca y desvió la mirada.
—¡Perdón! ¿Te molestó lo que dije?
—Si, obvio. Pero no es tu culpa, así que tranquilo. En fin, Ulises. ¿Qué te trae por aquí? ¿De verdad quieres ser asistente sin remuneración?
—Bueno… el aviso me llamó la atención por dos puntos. Primero, reconocí tu nombre. Ya sabías que eras tu cuando decidí venir, y me intriga saber qué tipo de investigación podrías llevar a cabo. Y el segundo punto, mi profesor es tu hermano, el Licenciado Teodoro Fisher, y quizás con esto podría acercarme a él. Es un gran profesor.
—¿Te gusta mi hermano? ¿Es eso?
—Claro, pero como profesional. Admiro su intelecto. Su libro me abrió la cabeza… y no me gustó nada cómo esa chica, ¿Emma? Ganó la competencia desprestigiando a tu hermano de esa manera. ¿Acaso cree que todo debería avalarse por una comunidad científica? Con ese razonamiento ninguno formularía teorías y nadie querría empezar de cero. Por supuesto que no está avalada, el libro es muy reciente y sus metodologías también, pero es que, si no se empieza de abajo, ¿qué sentido tiene? Claro que puedes hacer lo que la mayoría y tomar una teoría ajena, como la de Stephen Hawking y criticarla, porque para tomar el trabajo arduo de años de alguien más y criticar, todos se animan, ¿pero para innovar? Nadie. Eso es lo que admiro del Licenciado Fisher.
Ada esbozó una sonrisa de orgullo. Es la primera vez que alguien hablaba así de su hermano frente a ella, y aunque su relación se había mantenido distante en los últimos años, escuchar eso no le vino nada mal.
—Me alegra saber que mi hermano hace bien su trabajo como profesor, tenía mis dudas al principio, pero si alguien como tu lo estima, es buena señal.
—¿Alguien como yo?
—Si, se nota tu capacidad intelectual. Y no te conozco, pero ya te admiro por ello. Si tú y yo hubiésemos llegado a la final, hubiese tenido muchos problemas.
—Digo lo mismo, aunque… ninguno de los dos hayamos ganado.
—Aunque te doy un breve aviso, esta investigación que estoy iniciando quizás no sea lo que tu esperas. No estoy investigando hipótesis complejas, ni queriendo avalar teorías en la comunidad científica. Será una investigación a una persona en particular. Ya la has mencionado hace unos momentos.
—¿Emma? ¿La ganadora de la beca?
—Eres rápido —chasqueó los dedos y le regaló una sonrisa—. Verás, tengo muchas razones para pensar que ella estuvo haciendo trampa para ganar. Y si es así, quiero descubrir cómo lo hizo y hacer una nota periodística al respecto. Quiero desenmascararla.
Ada se imaginó que la reacción de Ulises sería algo como: abrir los ojos como dos platos de sopa y poner una mueca reveladoramente sorpresiva, pero… fue todo lo contrario, sonrió y asintió con energía.
—¡Ya lo sabía! ¡Sabía que algo no iba bien con esa chica! Su manera de responder a las preguntas y esa certeza, casi divina, era algo que me hacía muchísimo ruido cuando concursábamos. Generalmente una persona se toma un lapso de tiempo de aproximadamente unos diez segundos para procesar la sentencia y descubrir si es que lo sabe, o si no lo sabe, o también si lo supo en algún momento y tiene que recordarlo. En ese caso tomaría más tiempo para responder. Pero ella…
—Jamás se tomó ese tiempo para meditar ninguna respuesta. Exactamente —lo secundó Ada acercándose a la mesa—. Cronometré en mi mente cada una de sus respuestas, llegó a cinco segundos como máximo, pero generalmente respondía casi de manera instantánea.
—Lo que es raro. Muy raro. —Ulises comenzó a meditar—. Porque en el caso de le soplaran las respuestas, se necesita también tiempo para enunciarlas, y desde el lado de Emma, también se necesita más tiempo para procesarlas, entenderlas y responderlas.
—Si, es por eso que quiero que me ayudes, claro, si es que te interesa este proyecto extracurricular. Yo desde mi lado tengo que investigar algunos puntos que no me cierran desde que la conocí, pero necesito a alguien en particular para eso, y ahora mismo no está disponible. Y como yo no soy capaz de ver a esa rubia sin intentar patearle la cara, necesito que tu me ayudes a vigilarla e investigar todo lo que puedas sobre ella. Si puedes acercarte a ella nos vendría de perlas. Mientras más información podamos obtener, mas nos acercaremos a la verdad.
—Necesitas un doble agente, esto me está gustando cada vez más.
—Exactamente. Bueno, mientras no te enamores del objetivo y me termines traicionando… no tendré que matarte.
Ambos rieron.
—Es linda, pero tranquila, no te traicionaría, tú me pareces más linda —Ulises, esta vez sí, expandió sus ojos ante lo que acababa de decir—. ¡No, no, digo! No quiero decir que tu seas linda, en el sentido de linda porque quiero algo en particular. Yo no soy una persona que opera sus decisiones en base al aspecto físico, ni mucho menos, solo quería decir que… bueno…
Ada fue incapaz de aguantar la risa, sacudió su mano en el aire, restándole importancia.
—¡Contratado! Y relájate, Uli, somos compañeros ahora. Así que siéntete cómodo conmigo.
—Genial… genial. Gracias. Y entonces, ¿cuál es el primer paso?
La mirada perspicaz de la pelinegra se clavó en Ulises.
—Bueno. Primero deberás hacerte su amigo. Ya pensaremos alguna forma de que puedas acercarte a ella. Por ahora, vamos a conocernos mejor. ¿Quieres comer algo?
—¡Cuenta conmigo!
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«EmmaClark_Like: @Alain_Torres_Luxus ha comenzado a seguirte».
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